Los ancestros, orisha, la naturaleza y el pensamiento

Por Guillermina Ramos Cruz

Un viaje no es solo un recorrido en el espacio y el tiempo. Un viaje es un tránsito espiritual en el cual el creador descubre con su mirada escrutadora los espacios que desde la vida cotidiana hasta lo sagrado, van revelando el latido de lo esencial, lo que trasciende más allá de lo inmediato.

En su más reciente incursión por los países africanos, (junio-agosto 2003) Mendive se propuso realizar un recorrido por la tierra de sus ancestros, y llegó para seguir nutriéndose de ese espacio, pero a su vez, lo capta con su percepción primordial, permitiendo que trascienda esa memoria de la realidad africana y de la cultura religiosa, en su metáfora artística.

En África, Manuel Mendive se sumerge en aquel paisaje. El artista se encuentra con la tierra Madre y con sus hermanos, con la historia, y con su reflejo en el presente, e inicia otro recorrido: un viaje dialogando con la realidad, con sus dioses y con su mundo interior. El viaje también es continuidad y profundización de un relato, es lo que le permite la captación de la experiencia visual, para hacer fecundar su imagen mediante el reencuentro con la fuerza ancestral africana, con los Orishas, y con la energía que transmite la Naturaleza; lo cual constituye el fundamento principal de su pensamiento, y permite que germine a través de su obra.

Mendive sabe auscultar el espacio de lo sagrado en Benin, en Nigeria, o en Ghana, para reflejarlo en su creación más reciente. También en la cultura del Nilo, la problemática fundamental de lo sagrado y el culto a los Muertos, fue la motivación artística principal de los imperios faraónicos, cuya veneración legó a la posteridad la tradición de la arquitectura, de los sarcófagos y del ajuar funerario propio de los cultos egipcios. En Mesopotamia, tanto como en la Grecia antigua, lo sagrado y el culto a sus dioses, constituyó el leit motiv principal, entre otras razones históricas, para que se creara una expresión artística que permitió expresar las ideas de lo divino mediante un lenguaje estético.

En Benin, la textura de las antiguas maderas, el ocre rojizo de la tierra, y la integración del misterio con la realidad acercó a Mendive al espacio de «La Maison Akabba», en Kétou, recinto donde «Las Puertas Sagradas», cubiertas con paños y fijadas en la tierra, se mueven solas, como un mensaje, un signo que anunciaba al Rey y a la comunidad, que habría de producirse una agresión, un problema.

Acerca del culto al Orisha Shangó en Benin, el artista conoció la proyección justiciera de la divinidad guerrera, quien es capaz de tomar «posesión» de uno de los iniciados, para revelar el culpable de una falta grave o denunciar la pérdida de alguien en la comunidad.

La ciudad de Badagry, en Nigeria, conserva aún los espacios donde se agolparon los africanos, que iban a iniciar el viaje en los barcos negreros, en la travesía forzosa, al trasponer la «La Puerta del No Retorno», cuyo dramatismo, no se revela por el marco de la puerta de hierro, realizada para marcar la existencia de un puerto de embarque negrero, sino por los grillos y objetos de hierro, hallados en las proximidades del lugar.

Las características de un antiguo castillo y las dimensiones de la fortaleza de Cape Coast, en Ghana, conformaron el marco de una conmemoración. El Castillo de Cape Coast fue un lugar donde se concentraban miles d esclavos en oscuros pasadizos, para luego ser hacinados y conducidos en los barcos negreros, con rumbo al Nuevo Mundo.

Desde ese lugar del dolor, donde miles de africanos fueron esclavizados y arrancados de su tierra africana para nunca regresar, Mendive pintó los cuerpos de bailarines de Ghana, y los puso a danzar en un performance, como el Ave Cuacuadebi; tal y como los espíritus de los africanos esclavizados pudieron volar libres, a su tierra ancestral, -como el pensamiento- cuando la muerte rompió las cadenas de la esclavitud.

Estas percepciones se enriquecen con las particularidades de un discurso artístico que Mendive revela por la riqueza de este conjunto de obras. Es por la sutileza de estas Acuarelas que podemos reconocer la mirada del artista por apresar la sensibilidad del hombre africano, ensimismado con sus dioses, e íntimamente articulado a la imaginación y al latido de su tierra.

Las Esculturas en Madera reciben el aliento de la talla, como las culturas pertenecientes al África occidental, en las cuales las piezas empleadas en los cultos sagrados y los objetos de la vida cotidiana, -desde la Silla Real hasta la puerta que preside la entrada de la vivienda- están impregnadas de la huella del volumen y la riqueza textural de la madera.

Los Paños Sagrados son también el reflejo y la interpretación de Mendive, nacida con la aproximación a los espacios y los objetos sagrados en Benin, en Nigeria y en Ghana, en cuya propuesta artística pone de manifiesto la recreación de estas vivencias e impresiones de un «viaje»; así como su dominio de las técnicas de la plástica, para mantener el referente de lo ancestral africano, a partir de los códigos artísticos del arte y de la cultura visual contemporánea.

Uno descubre que, aunque la primera vanguardia artística europea atrapó formas esenciales en la escultura africana, para elaborar un código a partir de un planteamiento formal, existen aún otras formas, la esencia formal, no solo viva, sino también vitales, que Mendive viene a mostrarnos, con nuevas e inéditas formas de esta exposición, nacidas de las ceremonias de una liturgia, poco explorada, pero a la vez íntima, inmersa en un universo visual capaz de revelarle a un artista como Manuel Mendive la esencia de lo ancestral.

Es un relato visual de lo que trasciende como forma, más allá de la descripción de un espacio del culto, más allá de lo que el propio discurso africano pretende mostrar; es el reflejo de una aproximación cultural en pleno dominio de su discurso, de un espíritu libre, cuya imaginación y su capacidad creativa, es capaz de trasmitir la esencia de lo sagrado, y de la significación de los orishas, con un lenguaje más renovado por la dimensión universal de esta espiritualidad.

Dra. Guillermina Ramos Cruz

Barcelona, 27 de octubre 2003.

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